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lunes, 21 de febrero de 2011

Sin miedo a la locura, no hay sueños imposibles ni tan lejos...

Si bien en el camino de la vida vamos atravesando distintos sentimientos, emociones, alegrías, decepciones, estabilidad y mareas, compañía y soledad, disfrute y espera, creo que existe algo que nace con nosotros y se mantiene a lo largo de los años: el temor.

Podemos pensar en los primeros años de un niño, no de una manera particular, sino en general. Comienzan los primeros pasos, las primeras palabras, los cambios naturales, en el cuerpo, en el comportamiento y aquellos que son provocados para madurar. Todo esto acompañado del temor a caerse al caminar, a que el ratón Pérez no venga si se cayó el diente, o a que ese diente no crezca más, a que le saquen el chupete o la mamadera, tesoros tan preciados.  Claro que todos estos son temores tan pequeños, tan superfluos, pero lo son para NOSOTROS.

A medida que vamos creciendo no solo crece la dimensión de nuestros miedos o temores, sino también la capacidad que adquirimos para “maquillarlos”, para esconderlos o ignorarlos. Nos iniciamos con ese miedo tan traumático a crecer, que en los principios de la vida se refiere a la forma más superficial, a la mas externa, pues nosotros mismos  aún no desarrollamos la profundidad que tiene esta palabra. Pero con el paso del tiempo, ese crecer sigue perteneciendo al grupo de los miedos que poseemos, el crecer como persona, el crecer en el trabajo, en el estudio, en el amor……a crecer en cada uno y en todos los aspectos y ámbitos que constituyen nuestra vida. Porque crecer no solo significa traspasar barreras, no solo es alcanzar nuevos objetivos o ganar experiencia y conocimiento, también consta de una perdida, de relego de cosas ya sabidas, de posiciones cómodas, del ambiente usual……crecer implica un CAMBIO. Y es esa la verdadera raíz del temor a crecer: el TEMOR AL CAMBIO. Es tanto más fácil explorar ambientes conocidos que aventurarse en ambientes por conocer. ¿y cuántas veces creemos que estamos cambiando cuando en realidad estamos volviendo a ver lo ya visto? No quiero decir que haya que abandonar constantemente lo habitual, sino en comenzar a ver lo que de tan visto se vuelve invisible. Eso también es crecer.

El cambio repentino nos atormenta, nos desequilibra, nos desorienta, pero esto ocurre cuando nos negamos a ver los pequeños cambios que venían ocurriendo, cerramos los ojos y nos tapamos los oídos, cuando en realidad el cambio se debe acompañar, debemos ADAPTARNOS a las nuevas situaciones, no aferrarnos a lo conocido, nada de lo que tenemos es eterno, como dice la canción “NADA ES PARA SIEMPRE”. Entonces la respuesta está en plantearnos constantemente nuevos objetivos, nuevos sueños, buscar nuevos caminos por descubrir, hallar novedades en lo que ya conocemos o que en realidad creemos conocer como nadie. Nada es más peligroso que sentarse en una silla esperando que vuelva lo “VIEJO”, o cuestionándonos cuándo fue que cambio, cómo fue que sucedió, ese es el lado complejo y absurdo de la situación. Existe un camino más fácil pero más sabio: buscar lo “NUEVO”, quizás no se encuentre, o no como lo esperábamos, pero la aventura que conlleva y el tiempo que depositamos en encontrarlo es lo que nos otorga esa sabiduría que nunca podríamos obtener mirando, lijando, pintando y repintando las 4 paredes que nos rodean.

La ambición y los sueños son lo más preciado, son el motor de la vida y la nafta del día a día. Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante. En vez de ocultar los miedos, es más valioso pensar en ellos, plateárnoslos y replanteárnoslos, pues es la única manera de luchar contra ellos. Cada uno de nosotros los tiene, quizás reconocidos, quizás no, pero existen, como dije, desde el más pequeño hasta la persona más anciana. El miedo se acumula en nuestra mente al punto de mostrarnos las cosas de una manera mucho más compleja de lo que en realidad son. Disimularlo es estancarse, afrontarlo es crecer, y enfrentarlo es aprender. Detengámonos en ellos, confrontémoslos con la realidad, asumámoslos, y preguntémonos   ¿QUE HARÍA SI NO TUVIERA MIEDO?

Amanece, que no es poco...


¿ Quién cura las heridas del alma? ¿Cuanto tardan en cicatrizar?

La vida en su camino, nos va interponiendo distinta clase de golpes, sacudones, bofetadas….algunos con el fin de advertirnos, otros para despertarnos, y de los más difíciles  no se sabe bien por qué llegaron, pero dejan sus peores secuelas.
Encomendamos algunos de nuestros pensamientos sin sentido, al simple, y complejo a la vez, cuestionamiento de las injusticia que posee la vida, sus ingratas sorpresas, su fortuitos golpes. Y son aquellas preguntas, las que nunca tienen respuesta, pero que creemos inocentemente poder encontrarla, reemplazandola por el escueto “por algo será”. Quizás de esa manera la cabeza vuelva a su lugar, regocijándose de una justificación, tal vez absurda, tal vez vacía, pero una justificación al fin.

Cada día le asignamos exagerada importancia a las pequeñas caídas, los pequeños raspones, y no es sino hasta que el verdadero puñal se siente en el pecho, hasta que el mundo se derrumba a nuestros pies, donde reconocemos que todo lo que pudiera haber pasado anteriormente es una nimiedad al lado de tal herida. Hablo de esas heridas que cuando ocurren,  los dolores emocionales se logran sentir físicamente, estrujándose el corazón, sintiendo una debilidad sinigual, que se comienzan a canalizar a través de lagrimas que caen de a montones, empañando nuestra vista y permitiéndonos así entender engañosamente que todo se perdió, que seguir caminando carece de sentido, que ya no hay horizonte para apreciar ni camino para descubrir.  Es a partir de ese momento donde pueden surgir dos desenlaces: la simple y tal vez cobarde reclusión en uno mismo, con firme decisión de aletargar el tiempo y la propia vida, o el seguir  a pesar de todo, tomar fuerzas de donde no haya y mirar hacia adelante, convencerse de que pronto algo surgirá, de que nadie va a ir a golpear tu puerta para sacarte de esa oscuridad si vos mismo no te comprometes a encender una luz. Claro que esta segunda opción sea quizás la más difícil, el camino más largo, la que necesita de mayor valentía, pero es, a su vez la que permite descubrir quién sos verdaderamente, cuánto vales y a dónde querés llegar.

Ojalá pudiéramos nacer con un manual bajo el brazo que nos anticipara a los errores, fracasos y dolores, y que a su vez nos indicara cómo actuar ante cada situación, cuantas lágrimas derramar, cuantas sonrisas ahorrar, cuantas palabras callar. Pero si así fuera, la vida no sería vida, o no tendría la misma calidad, la misma grandeza, el mismo sentido de aventura excitante e infierno simultáneos. No nos permitiría asombrarnos, ni sentir el vértigo de perder.  Es por esto que, si bien no nacemos con este manual, creo que sí nacemos con cartas bajo el brazo que vamos poniendo sobre la mesa a lo largo de nuestra vida, en momentos de manera azarosa y en otros con toda la lógica posible.
Pero a su vez con el “por algo será”, me confió de que hay un “destino”, no en su forma estructurada y lineal de sentir que estamos determinados, sino en el sentido de que hay algo “raro” ya escrito para nosotros, ya designado, una especie de punto culmine en cada faceta que desplegamos. No sé si esta creencia sea una necesidad, si sé que lo inexplicable podría encerrarse tranquilamente en esa simple palabra “DESTINO”. Porque no se puede negar que no causamos todo lo que nos pasa, que existe una fuerza extraña, que hay momentos en que aunque uno quiera seguir otra senda “algo” lo reubica en su camino, algo vuelve a unir caminos que se habían bifurcado y no prometían juntarse.

De una manera u otra, sabiendo que nunca vamos a encontrar una verdad absoluta, solo podemos plantear suposiciones, lo importante es  enfocar nuestra cabeza en que, a pesar de cada traba, de cada obstáculo que creemos insuperable, de cada caída que nos impide levantarnos, SIEMPRE hay algo más por vivir, algo mas por soñar, por planificar, por perseguir, alguien más a quien conocer, tu vida depende tan solo de tu fortaleza, de tu valentía, de los huevos que le pongas a cada día, de las sonrisas que quieras disfrutar, y de los umbrales que te planteas cruzar…….Lo que no te mata te fortalece dicen…….No sientas las heridas de tu corazón, mirá la experiencia que adquirió al curtirse. Permitite tropezarte, no caerte, y no creas que ese dolor es un palo en la rueda, porque en realidad es un impulso en el carro.

sábado, 19 de febrero de 2011

Y El Tiempo No Para...

¿No es curioso como pasa el tiempo?  ¿La rapidez con que transcurre en momentos y la lentitud en otros? Es increíble como un elemento tan intangible, tan abstracto adquiere tal importancia en nuestra vida, al punto de sentir que en ocasiones nos falta tiempo, y en otras nos sobra, o se nos genera ese miedo a que el tiempo en nuestra vida no sea el suficiente, que transcurra muy rápido, que no lo aprovechemos, que nuestras metas sean más de las que este elemento pueda cubrir. Será que desde el momento en que nacemos nos hacemos dependientes del tiempo, mientras que este transcurre independiente, y no solamente en términos generales del día a día, sino  en todas las áreas y disciplinas que creó el hombre como las que existen por naturaleza, también lo es, y sino porque en física, matemática y demás ciencias, el tiempo es SIEMPRE el término independiente? Parece una metáfora pero es solo un ejemplo de la imposibilidad del hombre de dominarlo...justamente, nadie difiere en su calidad de independiente, en su capacidad de escurrirse entre los dedos, de irse de nuestras manos.
¿Pero quién no ha soñado con tener una de esas máquinas, de esos relojes, que veíamos en las películas, en los simpsons o en las series yankees, que puede detener o acelerar el tiempo? ¿Quién no ha soñado con aletargarse en un momento, intentando que el TIEMPO no pase para que no lo arrastre la vida como un momento mas?’ Quién no ha deseado que el TIEMPO se acelere hasta un segundo, un minuto, horas o días que esperamos ansiosos vivir, y que justo en ese instante las agujas del reloj dejen de marcar la hora? O que quizás se acelere en esas situaciones incómodas o que no disfrutamos, en que las únicas opciones que tenemos son que se pasen rápido, que nos trague la tierra o que venga un ovni con un plato volador y nos lleve a su planeta…siendo las tres opciones algo alocadas, creemos que la primera es posible, es más, nos apoyamos en esa opción…. Y hasta a veces usamos al tiempo como al alcohol con una herida: EL TIEMPO TODO LO CURA….¿es verdad? ¿Será que el tiempo TODO lo cura? Yo creo que el tiempo nos ayuda a olvidar o a no recordad y sentir con la misma intensidad, pero no se si curar es la palabra más indicada….no olvidamos la herida, solo aprendemos a vivir pensando que no la tenemos o acostumbrándonos a tenerla.
¿Por qué será que nos damos cuenta cuanto debemos aprovechar algo cuando el tiempo ya nos lo está sacando? Si bien hay mucha gente que dice que vive cada momento, cada día con la mayor intensidad para no desaprovechar nada, no creo que puedan abarcar TODO. Todos vivimos acelerados, intentando ganar tiempo sin importar si ese momento lo estamos aprovechando o no, sin pensar aun que quizás nunca más vivamos un momento IGUAL. Entonces ¿para qué ganamos tiempo? A mí me pasa el intentar apurar algo que estoy haciendo, para terminarlo y decir ¿y ahora qué hago? Y así volver buscar qué hacer para ocupar el tiempo, para no sentirme inútil…….es un ciclo, ganamos tiempo, perdemos vida….hacemos todo lo que DEBEMOS hacer, y quizás, no es seguro, después quede tiempo para hacer lo que QUEREMOS, o para disfrutar los resultados de lo que hicimos bien…..no es así.
En conclusión, aprovechemos el tiempo, démosle a cada momento el tiempo que merece, no queramos que pase todo rápido, porque quizás esa cima que anhelamos sea inigualable, pero también lo puede llegar a ser el camino de ascenso que tenemos hasta ella. No intentemos entonces detenerlo o acelerarlo, solo aceptémoslo, vivamos con él y no contra él, al fin y al cabo en una batalla contra el tiempo siempre vamos a perder. Y aunque el tiempo se haya llevado unos cuantos instantes, quedémonos tranquilos, porque siguen vivos en nuestro corazón y eso es para SIEMPRE, no hay TIEMPO.